El constante avance en el desarrollo de la inteligencia artificial nos sumerge en un fascinante universo de nuevas posibilidades. Un ejemplo destacado es la creación de algoritmos con la capacidad de analizar neuroimágenes y datos genéticos y fisiológicos de numerosos individuos.
Se plantean diversas teorías en torno al potencial de la inteligencia artificial, especialmente en su capacidad para reemplazar o incluso superar actividades humanas, con un enfoque especial en el ingenio y la creatividad. Viren Jain, destacado especialista californiano en computación y ciencia cognitiva, líder en el estudio de la conectividad cerebral, aborda esta cuestión en un reciente artículo publicado en Nature. Se cuestiona si una máquina de aprendizaje puede realmente utilizarse para construir modelos que simulen la actividad cerebral.
La hipótesis de la integración funcional, respaldada por científicos como Giulio Tononi o Christof Koch, sugiere que la conciencia surge de manera espontánea en sistemas complejos como el cerebro humano, es decir, es inherente desde el nacimiento. Esto implica que, si la inteligencia artificial llegara a construir algún día un sistema tan complejo como nuestro cerebro, sus capacidades emergentes superiores podrían desarrollarse de manera espontánea en ese sistema.
Este planteamiento indudablemente abre las puertas a un debate apasionante y secular sobre si la inteligencia de un sistema artificial podría llegar a igualar, e incluso superar, la de su propio creador. Sin embargo, en la actualidad, esta posibilidad parece distante y poco probable.