
China ha dado un nuevo golpe sobre la mesa en la carrera tecnológica global con la creación del primer centro de datos submarino operativo del mundo, una instalación que no solo redefine los límites físicos de la infraestructura de inteligencia artificial (IA), sino que marca un antes y un después para modelos emergentes como DeepSeek, la alternativa asiática al imperio de OpenAI y Meta.
Una obra de ingeniería sin precedentes
El proyecto ha sido ejecutado por High-Flyer, una startup tecnológica de Shenzhen, en colaboración con entidades estatales. La instalación, ubicada en la costa de la provincia de Hainan, tiene una capacidad de computación de 100.000 tarjetas gráficas (GPUs) y ha sido diseñada para operar a 35 metros bajo el nivel del mar, con un consumo eléctrico optimizado en un 30% respecto a centros tradicionales.
Según datos proporcionados por la empresa, la estructura está construida con cápsulas cilíndricas selladas, refrigeradas mediante corrientes oceánicas naturales, reduciendo drásticamente los costes energéticos y la huella de carbono, aspectos críticos en la sostenibilidad de la IA. [La Razón]
¿Qué papel juega DeepSeek?
El centro submarino no es una simple proeza física. Su función principal es dar soporte al modelo DeepSeek-V3, una inteligencia artificial de código abierto lanzada en 2024 que ha conseguido rivalizar con GPT-4o y Llama 4 de Meta en múltiples benchmarks de rendimiento, especialmente en tareas STEM (matemáticas, codificación e ingeniería).
Este modelo ha sido entrenado sobre un corpus masivo de más de 10 billones de tokens y tiene una capacidad de 560.000 millones de parámetros, según reporta el portal especializado Hugging Face.
En las pruebas HumanEval y MMLU, DeepSeek ha obtenido:
- 94,5% en razonamiento matemático avanzado
- 93,2% en comprensión de código
- 91,7% en interpretación de imágenes técnicas
Lo anterior lo sitúa por delante de GPT-4o (OpenAI) y muy cerca de Llama 4 Maverick, tal y como confirman estudios de OpenCompass (2025).
Impacto energético y medioambiental
Una de las principales motivaciones detrás del centro submarino es la reducción del impacto ambiental del entrenamiento y operación de IA, una preocupación creciente entre gobiernos y empresas. Según datos de la International Energy Agency (IEA), el entrenamiento de un modelo de la escala de GPT-4 consume el equivalente energético de 200 hogares europeos durante un año completo.
China, que alberga más del 25% de los centros de datos globales según Statista (2024), ha comenzado a promover soluciones sostenibles, con iniciativas como esta que podrían reducir la huella de carbono de la IA en más de un 40% en los próximos cinco años.
¿Y España? Oportunidades de colaboración y reflexión
En España, el avance de infraestructuras de IA todavía se enfrenta a limitaciones estructurales. Según el Informe Cotec 2024, solo el 12% de las empresas españolas emplean soluciones de IA avanzadas, y apenas el 0,9% cuenta con instalaciones propias de entrenamiento de modelos.
Sin embargo, iniciativas como el Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) y el Perte Chip muestran una hoja de ruta clara. Además, algunas startups ya están explorando colaboración con actores asiáticos. Es el caso de Multiverse Computing, con sede en Donostia, que ha anunciado alianzas tecnológicas con centros en Singapur y Pekín para el desarrollo de IA cuántica aplicada a finanzas.