
En 2026, las evaluaciones de desempeño se han convertido en un elemento crítico en la gestión del talento, tanto en empresas privadas como en el sector público español. Cambian los modelos, cambian las expectativas, cambian las tecnologías, y lo que hace cinco años era norma (“una evaluación anual”) hoy ya no satisface todas las demandas. A continuación, analizamos las tendencias actuales, la frecuencia ideal, qué piensan los diferentes grupos generacionales, y qué caminos parecen más adecuados para que estas evaluaciones sean útiles, justas y motivadoras.
¿Una vez al año o más? Pros y contras de una evaluación anual
Ventajas:
- Claridad y previsibilidad para empleados y gestores: se sabe cuándo evaluar, en qué fechas, con qué objetivos. [Kenjo]
- Adecuado para efectos administrativos: decisiones de carrera, retribuciones, evaluación comparativa interna. [Hrider]
- Menos carga burocrática frecuente si se limitan los procesos a lo esencial. [Sereda]
Desventajas:
- Feedback tardío. Si sólo una evaluación al año, los errores o desviaciones se detectan con mucho retraso.[Auren]
- Menos útil para el crecimiento: los empleados jóvenes, por ejemplo, pueden necesitar correcciones o refuerzos más frecuentes para alinearse con expectativas. [Sereda]
- Riesgo de sesgos de “recencia”: lo que ocurrió justo antes de la evaluación influye demasiado, mientras que logros o fallos de meses atrás se olvidan. [Hrider]
Evaluaciones semestrales, trimestrales o continuas
Muchas organizaciones están optando por modelos híbridos:
- Una evaluación formal grande una vez al año, con objetivos anuales.
- Revisiones intermedias (semestrales o trimestrales) para seguimiento, ajustes, feedback continuo.
- Retroalimentación informal frecuente (“on the spot”) o herramientas digitales que permiten que empleados y mandos estén conectados sobre el desempeño casi en tiempo real. [Kenjo]
Estos modelos permiten ajustar, corregir y motivar continuamente, y suelen mejorar la percepción de transparencia y equidad. En resumen: para 2026 parece que muchas empresas españolas consideran que una evaluación formal al año ya no basta para los retos actuales.
Qué piensan las distintas generaciones
Los distintos grupos generacionales (Baby Boomers, Generación X, Millennials, Generación Z) tienen visiones algo diferentes sobre lo que debe ser una evaluación de desempeño “buena”, su frecuencia, su formato y lo que esperan de ella. Algunas de las diferencias principales:
Estos modelos permiten ajustar, corregir y motivar continuamente, y suelen mejorar la percepción de transparencia y equidad. En resumen: para 2026 parece que muchas empresas españolas consideran que una evaluación formal al año ya no basta para los retos actuales.
Tendencias y mejores prácticas para 2026
Algunas de las tendencias que ya se están imponiendo o se impusieron recientemente en España, y que probablemente definan lo que hará que un sistema de evaluación sea eficaz:
- Feedback continuo / retroalimentación en el momento: usar herramientas digitales, reuniones cortas regulares entre jefe y subordinado para corregir rumbo, reconocer logros a lo largo del año.
- Evaluaciones intermedias: semestrales o trimestrales como complemento de la evaluación formal anual. Ajustes de objetivos, seguimiento de competencias, planes de mejora.
- Evaluación participativa: involucrar al empleado en la definición de metas, incluir autoevaluaciones, feedback de pares, no sólo evaluación descendente. Mejora la aceptación y la percepción de justicia.
- Objetivos claros, medibles y revisables: tanto individuales como colectivos; alineados con la estrategia de la empresa o la unidad; realistas, pero desafiantes.
- Uso de datos y tecnología: para el seguimiento, evitar sesgos, hacer el proceso más transparente. Plataformas que faciliten, dashboards, analíticas que permitan comparar periodos, ver evolución de competencias.
- Cultura de desarrollo: que la evaluación no sea solo un juicio, sino una herramienta de aprendizaje: qué necesita formarse, qué nuevas responsabilidades desea asumir, cómo mejorar.
- Adaptación generacional: reconocer que lo que motiva satisface a unos puede no ser lo mismo para otros; personalizar según expectaciones, estilos de comunicación, valores. [Sereda]
- En el sector público, asegurarse de que las regulaciones (como el RDL 6/2023) se implementen con criterios claros, participación (por ejemplo sindicatos), y que los procesos no sean solo formales sino efectivos. [Iberley]
¿Cuál parece el modelo ideal?
Teniendo en cuenta todo lo anterior, un buen modelo de evaluación en 2026 podría tener estas características:
- Evaluación formal anual, vinculada a retribuciones, carrera profesional, reconocimiento.
- Revisión intermedia (semestral o trimestral) para seguimiento, reajuste de objetivos si cambian las prioridades, corrección de desviaciones.
- Feedback continuo más ligero (mensajes, reuniones cortas, reconocimiento en caliente).
- Involucramiento del trabajador: definir metas juntos, autoevaluación, discusión de competencias.
- Transparencia en los criterios: qué se mide, cómo, con qué frecuencia, consecuencias.
- Instrumentos digitales que faciliten seguimiento, recopilación de evidencias, expresión de logros, etc.
- Formación para evaluadores para minimizar sesgos (por ejemplo sesgo de recencia, favoritismos, diferencias de comunicación entre generaciones).
Conclusión
En 2026, España está en un punto de inflexión: la evaluación del desempeño ya no puede reducirse a un trámite anual. Las exigencias legales, las expectativas de las nuevas generaciones, la competencia por talento y los avances tecnológicos hacen que los sistemas más exitosos sean los que combinan frecuencia, participación, transparencia y desarrollo. Adaptar el modelo a las diferentes necesidades generacionales no solo mejora la satisfacción y la retención de personas, sino que mejora también el rendimiento global de organizaciones y administraciones.