
La lección de fondo: la mentalidad lo es todo
El domingo 9 de junio de 2025, Carlos Alcaraz ganó Roland Garros tras remontar un partido de más de cinco horas frente a Jannik Sinner. Perdía por dos sets, pero no bajó los brazos. En sus propias palabras: “En ningún momento lo vi perdido. Lo que marcó la diferencia fue que en todo momento creímos que podíamos remontar”
Esa frase, aparentemente sencilla, encierra una clave de gestión profesional: la mentalidad como motor del rendimiento. Ni la raqueta, ni el físico, ni la estrategia técnica marcaron la diferencia. Fue la actitud. La convicción. El enfoque.
En el contexto de un despacho profesional, esa mentalidad no se aplica solo al socio fundador. Debe permear a todo el equipo.
Cómo se traduce la mentalidad de campeón en cultura profesional
Una mentalidad de alto rendimiento en un despacho no se improvisa. Tampoco se impone. Se construye desde tres pilares:
1. Convicción en la mejora continua
Despachos que piensan en procesos, no solo en resultados, desarrollan una cultura de crecimiento. El error no se penaliza: se revisa, se convierte en aprendizaje y se integra en nuevos protocolos. El foco está en mejorar cada versión del servicio ofrecido, y eso exige humildad, método y revisión periódica.
2. Capacidad para sostener presión con inteligencia emocional
Un despacho está sometido a presión constante: entregas, fiscalidad cambiante, conflictos complejos. Equipos que trabajan con mentalidad de “rendimiento sostenido”, no de “urgencia crónica”, desarrollan rutinas más sólidas, entornos más estables y relaciones cliente-equipo más duraderas.
3. Liderazgo que actúa, no solo dirige
Un despacho que transmite mentalidad ganadora es aquel cuyos líderes son ejemplo real de profesionalismo, serenidad y autocrítica. No se trata de heroicidad, sino de consistencia. Líderes que piden feedback, que reconocen límites, que saben parar, son los que generan equipos que no solo ejecutan, sino que piensan.
Qué puede hacer un despacho para fomentar esta cultura
A continuación, algunas acciones concretas que pueden inspirarse directamente en esta “mentalidad de campeón” y adaptarse al entorno de los servicios profesionales:
- Incorporar momentos de evaluación interna semanales: más allá de métricas de facturación, medir clima, progresos, aprendizaje y rendimiento sostenible.
- Transformar los cierres de proyecto en “post-partidos” analíticos: reuniones de 15 minutos donde se analice qué se ha hecho bien, qué mejorar, qué mantener. Como haría un equipo técnico tras una final.
- Ofrecer formación continua en comunicación, gestión de tiempo y resiliencia: porque la mentalidad se entrena. La oratoria, la negociación o la gestión del error son entrenables.
- Diseñar cultura interna no basada solo en metas, sino en sistemas: equipos que saben cómo trabajan, no solo qué esperan lograr, desarrollan confianza.
- Sustituir el “talento individual” como eje de crecimiento por “entorno que potencia talento”: lo que hace campeón a Alcaraz no es solo su habilidad, sino su equipo.
- Fomentar el lenguaje de proceso en los socios y directivos: en lugar de “tenemos que ganar este cliente”, empezar a hablar de “vamos a dominar este tipo de propuesta”. El foco cambia del resultado a la ejecución.
No se trata solo de retener talento, sino de generar una cultura donde los profesionales se desarrollen en lo técnico y en lo humano.
Según datos recientes del Banco de España y estudios del ONTSI, las organizaciones con culturas sólidas de mejora continua presentan un 35% más de retención de talento y un 42% más de percepción positiva del liderazgo interno.